Sé que te va a parecer un poco extraño todo esto, pero permíteme que aproveche este espacio para contarte un cuento. Uno que realmente te interesa. Y mucho. La fábula de Inma, la mujer que no tenía cabeza. ¿Preparad@? Allá vamos.
Imagina una ciudad. Venga. Vamos a darle un nombre cualquiera. Por ejemplo uno en inglés, que es así como más cool. La llamaremos “DNICity”. Básico ¿no? Bueno, para lo que queremos explicar nos sobra.
En esta ciudad, sus habitantes son DNIs. En efecto: tienen forma de documento nacional de identidad. Son seres físicos con formas planas, en 2D. Cada ciudadano de DNICity tiene su nombre y sus apellidos, su fecha de nacimiento, su nacionalidad. Ahora vamos a inventarnos un perfil de ciudadano. ¿Quién? Una chica, por ejemplo. Se llamará Inma.
Añadiremos un detalle más a este personaje. Inma no tendrá cabeza. Disculpa la ‘frikada’ pero sí, Inma no tiene cabeza. Eso significa que Inma carece de fotografía en su cuerpo de DNI. Desde luego, es un elemento importante -imprescindible, diría yo- para su correcta identificación en un mundo de DNIs.
Inma decidió ir cierta tarde al teatro. Previamente, había adquirido las entradas por DNINet, la red de compra de entradas online de DNICity. Tras un buen rato de cola, Inma llega a la taquilla y se encuentra con Pedro, alias “El Taquillero”. La mira y, sin permitirle siquiera hablar, le dice que no puede darle las entradas, pues ella no dispone de cabeza. “Lo lamento, pero sin foto no es posible tener identidad”, le indica.
Nuestra protagonista entra en cólera. Patalea. Llora. Y le suplica que por favor le entregue sus entradas. Sin éxito. Vuelve a pedirle que mire su nombre en la lista. Pedro “El Taquillero” sigue a lo suyo, pensando en la cena de esa noche, en su programa favorito de televisión, en su vida… Inma está perdida. Solo le queda volver a casa.
Saliendo del teatro, Inma se cruza de frente con Juan, alias “El Guapo”, un antiguo compañero de trabajo del que no tiene muy buen concepto. Inma, nuestra protagonista, piensa que Juan “El Guapo” es un prepotente, un creído y un pedante. De hecho, cuando eran compañeros, Juan no daba un palo al agua y constantemente se escaqueaba de sus labores. Ella, en cambio, era profesional, trabajadora y, además, ofrecía a su empresa el triple de resultados que Juan.
Sin embargo, Juan no solo tiene cabeza, sino que, además, encara la vida con su tupé perfectamente alineado, su barba milimétricamente perfilada y, por si fuera poco, huele a rosas (o al menos eso es lo que pasa por la mente de Inma en estos momentos).
Curiosamente, Juan “El Guapo” también ha planeado teatro para hoy y, por lo tanto, debe pasar también por taquilla. Pedro “El Taquillero”, al contrario que sucedió con Inma, lo recibe de manera exquisita. No solo le entrega sus entradas sino que, además, lo invita a acceder a la sala y lo acomoda en su asiento, despidiéndose con un elegante: “Que disfrute de la obra”.
La realidad siempre supera a la ficción
Vamos a cambiar ahora a los actores por realidades. Imagina que Pedro “El Taquillero” es un cliente cualquiera. Inma sería tu marca. Juan “El Guapo” será tu competencia (y a partir de aquí, vamos a dejarlo al margen en esta historia).
Si tuviéramos que trasplantar una cabeza a tu marca, si tuvieras que crear una identidad para que, como a Inma, te reconocieran, deberías empezar con una buena cabeza (valga la redundancia).
Un desarrollo de marca implica muchísimo trabajo -a veces invisible, intangible, pero necesario-. Pero siempre, siempre facilitará tu comunicación, los valores que pretendes transmitir y, lo más importante, que el cliente te reconozca como alguien que cuida su imagen e identidad.
Una marca te ayudará a tener una unidad visual en todas las acciones que emprendas. Te ayudará a aplicar tu marca en cualquier evento, aunque no sepas improvisar. Te ayudará en infinidad de cosas que posiblemente ahora ni siquiera imagines. Te ayudará a tener un plan para explicar mejor lo que deseas que los demás sepan de ti, de tus productos o servicios. A comunicar para vender mejor y que tu inversión tenga un retorno. Que no sea un sumidero de tiempo, dinero y de quebraderos de cabeza. Debes tener un plan de marca. A corto o a largo plazo, pero tenerlo.
No solo del logotipo vive la marca
Los logotipos, imagotipos, isotipos e isologos de grandes empresas que ves por ahí no son nada sin una identidad detrás. El trabajo de branding que hay detrás, el alma de la marca, es lo que realmente importa para que quede en el subconsciente de las personas.
De hecho, te adelanto que el buen ‘logo’ se piensa y se construye teniendo en cuenta la identidad completa de la marca. Su ADN, vamos. Debes tener en cuenta sus valores, qué ofrece, qué promete y cómo lo hace. Todo tiene que quedar representado en esos ‘dibujitos’ (ironía) tan monos (más ironía) que crean esos que se hacen llamar diseñadores gráficos… en tarjetas de visita, en firmas de correos, en las fotos de Instagram, en el merchandising, en la flota de furgones de una empresa, en tu web, en pegatinas o en miles de aplicaciones contenidas en un buen manual de marca. Por tu bien, y por la salud de tu empresa y de tu marca, respeta todo esto.
Todo este desarrollo de marca se hace de forma conjunta con el cliente, a partir de esa esencia de marca que se quiere transmitir y que hemos mencionado más arriba. Queremos, y debemos, aunar esfuerzos y compartir esta aventura con dirección al mismo puerto. El Manual de Identidad será la hoja de ruta, una ‘biblia’ de actuación, gráficamente hablando, para tu marca. Así no sufrirá en color, forma o contenido.
Y ahora… ¿qué?
El cuento no ha terminado. Al menos, no del todo. Seguimos construyendo la cabeza de tu DNI.
Deberías hacerte algunas preguntas más como ¿por qué tienen que venir a mí si existen miles de empresas que ofrecen el mismo servicio que yo? Esta es la pregunta del millón. Pero, además de esta, deberías plantearte otras ¿Cómo puedo diferenciarme del resto? ¿Qué debo hacer para tener más visibilidad? ¿Cómo puedo llegar a más clientes?
Bueno, aunque me haya salido un poco de la carretera y haya pisado el terreno del Marketing, una buena marca se construye con las respuestas a todas estas preguntas. En suma, fortaleciendo esta cabeza que estamos creando.
En definitiva, es importante que tu identidad de marca vaya siempre en concordancia con lo que ofreces y prometes a tus clientes. La marca jamás será nada si no refleja sus principios y valores. Dónde transmitirlo es importante para que tu empresa crezca junto a la marca. Y viceversa. Si mimas esta parte, es muy posible que tengas grandes resultados en encontrar lo que buscas.
De nada sirve que tu empresa ofrezca el mejor de los productos o servicios, si esta no tiene detrás una marca que sea fácilmente recordada. No queremos que seas Juan “El Guapo”, sino Inma, pero con cabeza.