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Los expertos de 22GRADOS opinan sobre las elecciones brasileñas

Los expertos de 22GRADOS opinan sobre las elecciones brasileñas

Eladio Bombín

31/10/2022

22gradosasuntos públicos

En estos meses se cumplen 20 años desde la primera victoria de Lula en Brasil. Ayer se alcanzó otro hito histórico, pues nunca antes un candidato había alcanzado los 60 millones de votos como sucedió anoche, y nunca tampoco había estado el país tan dividido. Lula vuelve con dos ideas fijas, tan sencillas de comunicar como difíciles de alcanzar: acabar con el hambre y proteger el Amazonas. En un país donde el hambre es una prioridad para la mitad de la población y el Amazonas sigue siendo considerado como un territorio infinito para producir energía para la otra mitad. 

Tras analizar los resultados obtenidos ayer, los compañeros expertos en materia de asuntos públicos de 22GRADOS nos comparten sus valoraciones al respecto.


JAVIER AMADOR

La victoria de Lula da Silva en Brasil apuntala un nuevo paradigma en América Latina, en el que sus seis mayores economías estarán gobernadas por la izquierda (Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia y Perú). En los anteriores gobiernos de Lula, Brasil tuvo a sus grandes aliados en el eje bolivariano, coincidiendo en el poder Néstor Kirchner, Evo Morales, Hugo Chávez y el propio Lula. Será interesante ver si hoy Lula puede liderar la configuración de una nueva alianza con López Obrador, Alberto Fernández, Gabriel Boric, Gustavo Petro y Pedro Castillo. Esto, sin duda, podría multiplicar el peso específico de la región en un contexto mundial lleno de incertidumbres. 

También merece la pena observar el giro hacia tesis más conservadoras que Lula da Silva ha tenido que dar en esta segunda vuelta, dado el estrecho margen en el que se movían las encuestas. Ahora queda ver si era una impostura electoral o efectivamente pretende aliviar la polarización desde un gobierno con concesiones hacia un electorado más a la derecha. A esta desinflamación social podría ayudar un Jair Bolsonaro, que todavía no ha salido a reconocer la derrota (tampoco a tacharla de fraude, como muchos temían).


ELIEZER SANTANA

Las campañas electorales en América latina en los últimos años, han estado marcadas por la irrupción de las nuevas formas de comunicación (quizá forzados por la situación de pandemia) y esto ha provocado que hayamos visto como la comunicación digital se convierte en vector clave en candidatos como Rodolfo Hernández (77 años), en Colombia (quien prácticamente no salió de su domicilio), centrándose en el uso de las redes sociales para su campaña, incluido TikTok (aquí también se sumó Gustavo Petro). Fuera del medio utilizado, otra de las claves en estas campañas ha resultado ser quién lidera la la conversación pública, generando consenso la idea de que este fue uno de los motivos de la victoria de Petro, pues era él el que iba marcando el tema y los plazos para hablar de cada asunto (educación, sanidad, economía…).

En las elecciones brasileñas, Lula (77 años) también ha contado con una fuerte presencia en las redes sociales, haciendo uso de los reels de Instagram para comunicar su día a día de campaña a través de técnicas como el storytelling y utilizando a grandes influencers del mundo de la cultura o el deporte. Esta estrategia, la han desarrollado quizá emulando a la desarrollada por Gabriel Boric (36 años) en Chile, con una narrativa totalmente adaptada a la generación Z, y una perfecta elección de fotografías que comunicaban su mensaje de forma mucho más cercana que la que ofrecía su contrincante, Bolsonaro, quien se centraba en mensajes mucho más agresivos, y que terminaron poniendo en bandeja el acceso a los votantes de centro al hoy presidente electo, Lula Da Silva.

En esta ocasión al igual que en Colombia, Lula no solo ha tenido éxito por su gestión de la comunicación en redes sociales, sino que también ha conseguido gestionar una de las grandes críticas hacia su persona: su avanzada edad. En este sentido, han creado un relato que precisamente potenciaba los atributos vinculados a su edad; experiencia, preparación y madurez, llegando a afirmar que esta era la última oportunidad de su vida para transformar su país. Además, han trabajado en una campaña centrada en Lula, personificándolo, utilizando su vida, su legado hasta el momento y su parte más humana para generar una empatía con el electorado. Estrategia, la de la personificación en el candidato, que ya hemos visto los últimos años en nuestro país y que, con mucha seguridad, será la estrategia favorita por los candidatos para los comicios de 2023.


ACAYMO VIERA

“Brasil y el ensayo sobre la lucidez”

A estas horas de la mañana ya se habrán escrito ríos de tinta alrededor de los resultados de las elecciones brasileñas y, aún así, la incertidumbre continuará envolviendo el país durante algunas semanas más. Una incertidumbre que no sólo pasa por la aceptación o no de Jair Bolsonaro de los resultados electorales, sin manifestación alguna a estas horas. También se tendrán que despejar los nubarrones que hoy sobrevuelan el desarrollo institucional y la transferencia de poder que se producirá el próximo 1 de enero. 

Veinte años más tarde desde su primera victoria electoral, Luiz Inácio Lula da Silva, volverá a enfundarse la banda presidencial. Mucho dista de aquel 27 de octubre de 2002, donde Lula había conseguido alcanzar el 61,27%, frente al 38,72% de José Serra y generar ilusión sobre el cambio de rumbo que se había iniciado meses antes en la región. 

Mapa resultados: https://public.flourish.studio/visualisation/11644886/

Por el contrario, estas elecciones en poco o nada se parecen a los primeros comicios del siglo en Brasil. Aquí el voto a la contra ha definido el posicionamiento e interrelación de los candidatos y sus electorados. Un voto por oposición que trajo consigo una de las campañas electorales más sucias de las que se recuerden en el país: uno acusado de pedofília, otro de canibalismo y satanismo. Han sido unas elecciones donde la ilusión no ha generado una conformación y movilización de bloques sociales y lo que ha hecho de nexo de unión es el rechazo al contrario.

Se abren importantes disyuntivas en el desarrollo político brasileño.  Después de la ausencia de declaraciones por parte de Bolsonaro en la noche de ayer, en un intento de ganar tiempo, comienzan a consolidarse las dudas sobre una posible tercera vuelta. Una tercera vuelta basada en las protestas sociales y la instauración de un marco de duda sobre los resultados. 

Por otro lado, como sucediera en 2002, los resultados electorales en Brasil vienen a confirmar un nuevo ciclo electoral en Latinoamérica. Y es que todo hace pensar que la victoria de Lula traerá consigo a una segunda integración económica en la región que permita recuperar los organismos desactivados durante los últimos cuatro años. Pero también aparece la pregunta de cómo afectará a las diferentes elecciones que en 2023 afrontará la región: seccionales en Ecuador, gubernaturas en México o provinciales en Argentina entre otras. 

Lo que parece claro es que Brasil abre un nuevo tiempo en su dilatada democracia. Tras cuatro años de constante tensionamiento institucional, la alternancia en el poder es una buena noticia. Porque, como sucediera en Ensayo sobre la lucidez, a pesar de los desmanes y arbitrariedades, la realidad, la sociedad y, en definitiva, la virtud cívica se resiste a las manipulaciones.